viernes, 19 de enero de 2018

Mención en el libro "El Estallido del Populismo" (2017) editado por Álvaro Vargas Llosa, Gabriela Calderón y otros autores



Cuentas claras, chocolate espeso*

Por: Ec. Fabián Chang (@fabchang)
Analista Económico y Socio Fundador de ASIA BT

El Presupuesto General del Estado (PGE) del año 2018 fue presentado por el Ejecutivo y aprobado por la Asamblea Nacional con un total de ingresos y gastos de $34.853 millones. Esta cifra representa alrededor del 34% del Producto Interno Bruto del Ecuador según la última estimación del Banco Central.[i] Sin embargo, el PGE no registra el verdadero peso del Estado sino apenas una fracción de la acción gubernamental.

En este artículo presento argumentos, evidencias y algunas recomendaciones para transparentar la rendición de cuentas a la ciudadanía para un uso más eficiente de los recursos de los contribuyentes.

El Presupuesto General del Estado no es un presupuesto general y no contiene todos los gastos del Estado. El PGE solo registra los ingresos y gastos de las 5 funciones del Estado: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Transparencia y Control Social y no incluye las actividades de otras entidades del sector público como son las empresas públicas (por ejemplo Petroecuador, TAME, CNT, etc.), entidades financieras (Banco del Pacífico, Banco Central del Ecuador, Corporación Financiera Nacional, etc.) y Gobiernos Autónomos Descentralizados (municipios, prefecturas y juntas parroquiales).

En otras palabras, el Presupuesto General del Estado no es “general”, en el sentido que no consolida todas las actividades del sector público, ni es de todo el Estado, pues solo abarca algunos niveles y sectores de la acción del gobierno. Es decir que la contabilidad gubernamental subvalora el verdadero peso del Estado para los ciudadanos, situación que es aprovechada por los actores políticos, burócratas y grupos de poder para seguir utilizando el poder que tiene el gobierno para crear una ilusión fiscal y las familias y empresas sigan financiando el gasto público con más impuestos, #PaqueTasas, aranceles y contribuciones.

En resumen, el Presupuesto General del Estado es apenas la punta visible de un iceberg cuya gran masa permanece oculta para la mayoría de los contribuyentes.

El costo de la acción estatal va más allá de los ingresos y gastos del PGE. Aún en el evento de que se logre consolidar y transparentar todas las cuentas del Estado a nivel de Gobierno Central, empresas públicas, entidades financieras y gobiernos autónomos descentralizados, se requiere también contabilizar otras actividades del Estado que en la práctica representan una carga para el sector privado.

Estas actividades ocultas en la contabilidad gubernamental se denominan “costos regulatorios” y es adicional a los gastos administrativos (por ejemplo: contratación de personal, campañas de publicidad, inspectores, etc.) que las entidades públicas ya registran en el presupuesto público para redactar y hacer cumplir las regulaciones que estas generan.

Para ilustrar este caso, recientemente el Servicio de Rentas Internas emitió una resolución que exige reportar información desde el año 2014 sobre cuentas bancarias en el exterior.[ii] Este tipo normas obligan a personas y empresas a asignar recursos escasos (tiempo, personal, o contratar servicios profesionales) para satisfacer el designio de una entidad pública sin evaluar el costo final de esta decisión para los ciudadanos e incluso para el Estado.

¿Cuál es el impacto económico de este costo regulatorio? El efecto de este costo regulatorio es muy similar a los impuestos, pues las personas y empresas simplemente están obligadas a cumplir con la regulación, de lo contrario son sujetas a multas o sanciones y por esta razón, terminan trasladando este costo a los consumidores finales, trabajadores y/o inversionistas. Al final del día, este costo regulatorio desvía capital que pudiera ser asignado para la creación de valor o para el ahorro familiar y termina reduciendo la capacidad productiva y el poder adquisitivo de la sociedad en general.

Según el libro Diez Mil Mandamientos publicado por el Competitive Enterprise Institute, solo en Estados Unidos, el costo estimado de la regulación federal fue $1.963 trillones en 2016 lo que equivale a un 10% del PIB de ese país, esto sin incluir el gasto y el costo regulatorio de la administración local y del estado.[iii] Otro estudio de la Asociación Nacional de Manufactureros de Estados Unidos estimó que el impacto del costo regulatorio afecta más a las pequeñas empresas que a las grandes corporaciones.[iv]

Solo para fines ilustrativos, si asumimos que Ecuador mantiene una conducta regulatoria similar a la de Estados Unidos, el costo regulatorio en nuestro país sería de unos $10.402 millones, cifra comparable a la recaudación total del IVA y del impuesto a la renta previsto en el PGE del 2018. Es decir que los contribuyentes en Ecuador estaríamos pagando de manera oculta casi el doble de la carga tributaria debido a un entorno regulatorio ineficiente. Según, el Índice de Libertad Económica 2017 publicado por la Fundación Heritage[v], el clima para hacer negocios en Ecuador es menos amigable que en Estados Unidos de acuerdo al componente “Libertad de Empresa” tal como se observa en el Gráfico 1, por lo que el costo regulatorio en Ecuador podría ser mayor al 10% del PIB.


Gráfico 1.- Comparativo de entorno regulatorio entre Estados Unidos y Ecuador (1995-2017)

Fuente y elaboración: Índice de Libertad Económica 2017, Fundación Heritage.

Para transparentar la acción del Estado sobre la vida de los ciudadanos, es recomendable que el Estado nos de unas cuentas claras y que no defraude la confianza de sus contribuyentes. Para ello, la contabilidad gubernamental debiera consolidar en un solo documento el Presupuesto Total del Estado e incluso facilitar su acceso en formato Excel para que pueda ser analizado y auditado por fácilmente por cualquier ciudadano. Es más, con el uso de nuevas tecnologías digitales como Big Data, inteligencia artificial y automatización será posible en un futuro cercano hacer un seguimiento y control más detallado del presupuesto público.

El costo regulatorio también debiera ser monitoreado, revisado y reportado periódicamente con el Presupuesto Total del Estado. Otra buena práctica es que a nivel legislativo y las entidades públicas se incorpore un análisis costo beneficio previo a la aprobación de nuevas normas y antes de la ejecución de cada actividad que se ejecute con fondos públicos.

Un antiguo refrán decía: “Cuentas claras y chocolate espeso”. Si no empezamos a exigir cuentas claras al Estado, obtendremos un chocolate diluido y a la larga hasta nos quedaremos sin chocolate. 

* Artículo publicado por la Revista Comercio de la Cámara de Comercio de Guayaquil, enero de 2018, disponible en:http://www.lacamara.org/website/revista-comercio/RevistaEnero2018.pdf

Fuentes:
[i] Banco Central del Ecuador, Previsiones Macroeconómicas del Ecuador Resultados al 06 de Diciembre 2017, disponible en: https://contenido.bce.fin.ec/docs.php?path=/documentos/Estadisticas/SectorReal/Previsiones/PIB/PrevAnual_dic2017.xlsx
[ii] Resolución No. NAC-DGERCG17-00000566 publicada en el Registro Oficial No. 123 – Suplemento del lunes 20 de noviembre de 2017.
[iii] Clyde Wayne Crews, “Ten Thousand Commandments”, Competitive Enterprise Institute (CEI), May 31, 2017, disponible en: https://cei.org/sites/default/files/Ten%20Thousand%20Commandments%202017.pdf
[iv] W. Mark Crain and Nicole V. Crain, “The Cost of Federal Regulation to the U.S. Economy, Manufacturing and Small Business,” National Association of Manufacturers, September 10, 2014, disponible en: http://www.nam.org/Data-and-Reports/Cost-of-Federal-Regulations/Federal-Regulation-Full-Study.pdf 
[v] Índice de Libertad Económica 2017 publicado por la Fundación Heritage, disponible en: http://www.heritage.org/index/visualize?cnts=ecuador|unitedstates&src=country